
La Palabra de Dios, Simplificada
libro de Jonás, marzo.
Llegamos al capítulo cuatro de nuestro estudio y ahora aprenderemos cómo nuestra actitud nos puede influenciar hasta la misma muerte. Esto no quiere decir que deseamos la muerte al Dios no darnos las cosas que le pedimos como lo hizo Jonás. Quiere decir que cuando nuestras acciones van en contra de las de Dios, nos estamos alejando de los deseos de Dios y eso implica que nos estamos matando por nuestra propia terquedad. Sí al pedir no sabemos cuál es la voluntad de Dios, tenemos que analizar más profundo que es lo que deseamos.
Nuestras oraciones no pueden reflejar que solamente lo que deseamos nos conviene. Así nos educa Dios. Además, mientras esperemos la respuesta por parte de Dios, tenemos que preguntarnos ¿qué tanto necesito lo que estoy pidiendo, que aún Dios no me lo otorga? Cuando aceptamos la voluntad de Dios, aunque no la entendamos inmediatamente, mostramos nuestro más elevado estado de humillación y de fe. Esto le agrada a Dios.
Sí pataleamos y nos decimos en nuestro corazón “déjame probar hacer mi voluntad mientras Dios me responde”, nos encontraremos en problemas. Analice en su corazón cuantas veces usted ha hecho esto y cuantas veces le ha salido mal. Cuando le pedimos a Dios, tenemos que saber esperar. Estudiémoslo fuertemente. Jonás era un profeta de Dios. Hablaba con Dios directamente. Podía realizar la voluntad de Dios en las demás personas. Pero, aun así, desobedeció a Dios. Se engrandeció más que Dios en juzgar a los demás. ¿Qué nos deja a nosotros que no somos profetas y que obviamente no tenemos un poder tan grande y personal como el que tuvo Jonás con Dios? ¿Tendremos éxito al llevarle la contraria a Dios en nuestras decisiones? Miren por un momento las cualidades que Jonás no deja de reconocer de Dios.
Jonás, antes de rechazar la decisión de Dios y Dios perdonar a Nínive acredita a Dios con las siguientes experiencias que ya había vivido con Dios:
* “sabía que era un Dios clemente”
* “sabía que era un Dios piadoso”
* “sabía que era un Dios tardo en enojarse”
* “sabía que era un Dios de grande amor”
* “sabía que era un Dios que perdona a los que cometen mal”. Jonás 4:2.
¿Cómo es posible reconocer estas cualidades de Dios, a través de experiencias vividas, y aun así querer llevarle la contraria? Al evaluar estas declaraciones por parte de Jonás es fácil ver su terquedad y es fácil juzgarlo como un engreído. ¿Se puede tener una relación tan personal con Dios, como la tuvo Jonás, y ser engreído? Veamos a 4:2 de nuevo, en parte:
“… ¿no es esto lo que decía estando aún en mi tierra? … que te arrepientes del mal”. Jonás 4:2.
Jonás sabía lo que pasaría sobre su perjuicio personal, Dios no cambiaría de hacer su deseo y perdonar el mal de los ninivitas. Noten que Jonás no quiere huir de la presencia de Dios; ya sabe que Dios es omnipresente y no podrá escapar de Dios aun dentro de un pez. Su conclusión ahora es querer dejar de existir y pide su muerte. Así no estaría presente en este mundo. Su objetivo, es no tener que obedecer a Dios más en esta tierra. Especialmente cuando los que se benefician son los gentiles. Noten que esta decisión Jonás la repite en los versículos 4:3, 4:8 y 4:9.
“3Ahora pues, oh, Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida”. Jonás 4:3.
Pero, recuerden que antes de esta decisión, al terminar su oración a Dios en Jonás 2:9, Jonás afirma que “la salvación es de Dios”. Para mí, Jonás tenía toda la fe que estaría con Dios después de su muerte. Con lo que Jonás no podía vivir era que Dios, al ser tan misericordioso, podía perdonar los pecados de los que Dios consideraba merecían su perdón. Por esto nos enseñó Jesús a no juzgar a los demás. No sabemos las decisiones de Dios y mucho menos mostrarnos enojados contra nuestro creador.
Al enojarnos con Dios buscamos la muerte infinita lejos de su santa presencia. Ahora veamos la lógica de Dios para darle entendimiento a Jonás. Dios interroga a Jonás con los últimos eventos de este libro después de la salvación de Nínive. Circunstancias que Dios le regaló a Jonás y que obviamente le agradaron porque eran para su beneficio, pero que Jonás no pudo controlar.
“¿Qué vale más el placer que te puede dar la sombra de una planta o salvar la vida de ciento veinte mil personas?”
“¿Qué vale más, la lástima que tu sentiste por la pérdida de la calabacera, que la pena que yo siento si no perdono a ciento veinte mil personas?” Jonás 4:9-11.
Pero, Dios lo lleva más allá y hace a Jonás realizar que ni la calabacera, que le dio placer, ni el gusano, que le quitó el placer, ni la populación de los habitantes de Nínive fueron creados por Jonás y; por lo tanto, Jonás no tiene derecho ni potestad de enojarse por la existencia ni el futuro de Nínive. La conclusión es que todo lo que existe le pertenece a Dios y, por lo tanto, Dios decide hacer lo que Dios quiere nos guste o no. Lo importante es que si amamos a Dios cómo Él nos quiere a nosotros, entonces al obedecerlo con circunstancias que nos desagraden, incrementaremos nuestra fe porque el resultado final siempre es para nuestro bien y beneficio. En esto está basado la fe, obedecer a Dios nos guste o no, porque Dios siempre trabaja para nuestro bien.
Veamos está relación cercana con Dios más detalladamente de otro personaje de mucha importancia en la biblia. Este hombre fue Job. Se debe de leer el libro de Job en su totalidad para continuar con este estudio para mejor entendimiento. Job no era un profeta, no tenía una comunicación directa con Dios. Sin embargo, la devoción de fe que Job tenía era incomparable con el resto de la humanidad. Por lo que Dios no dudo en poner la fe de Job a prueba con Satanás. Satanás cree que si el hombre no es bendecido con cosas materiales por Dios, el hombre no tardará en “blasfemar contra Dios en su misma presencia”. Job 1:11.
A pesar de Job perder todos sus ganados, trabajadores, sus hijas e hijos, y lo demás que poseía, Job dijo en voz alta … “sea el nombre de Jehová bendito”. Job 1:22. Job perdió todos sus bienes materiales, incluyendo seres queridos, pero se mantuvo fiel. Esto llevó a Satanás agregar que sí el hombre pierde la salud con que Dios le bendice, entonces Job “blasfemaría contra Dios en su misma presencia”. Job 2:4-5. Pero, de nuevo la reacción de Job sorprende: “… ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” Igual que la primera vez, “en todo esto no pecó Job con sus labios” incluso cuando su esposa le recomienda a Job: “maldice a Dios, y muérete”. Job 2:9-10.
La respuesta de Job es clave para entender muchos de los razonamientos de la humanidad de hoy. ¿Recibiremos el bien y no el mal? La implicación es que cuando las cosas no se dan según nuestros deseos lo vemos como un mal. Pero, al Dios negarnos lo que deseamos es porque algo mejor vendrá para nosotros. Vuelvo y repito, Dios siempre obra para nuestro bien, siempre y cuando nuestros deseos no violen sus mandamientos. Esto debería de incrementar nuestra fe cada vez que vivimos dichas experiencias.
Estoy de acuerdo con Job que la acción de los padres enterrar a los hijos no es placentero. En la línea del tiempo estamos acostumbrados a que los más viejos mueran primero, pero esto es una norma para nuestro Dios. La norma de Dios es siempre darnos lo mejor para los que en El creen. Dios le advirtió a Adán y a Eva que todos moriríamos, pero no dijo cuándo, este fue parte del castigo por desobedecer y dejarse engañar por Satanás en el paraíso.
“19 … pues polvo eres y al polvo volverás” … 22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no se alargue, y tome también del árbol de la vida, y viva para siempre. 23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado”. Génesis 3:19-23.
Desde el paraíso tenemos la muerte presente, pero la muerte nos es negativa. La muerte es lo que nos llevará ver y vivir la presencia de nuestro Dios por una eternidad en el cielo. Job mostró una fe enorme al aceptar la voluntad de Dios en su vida; Jonás desobedeció a Dios, hasta desear la muerte, porque la voluntad de Dios no era de su agrado.
“1De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en habitan. 2Porque Él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos”. Salmo 24:1-2.
Dios está en control de su creación. Los dejo este mes con este pasaje para que se entienda que Dios dispone de lo que es suyo como Él quiere. La promesa es que, al nosotros aceptar sus deseos en nuestras vidas, nos acercaremos más a Él y viviremos bendecidos. No siempre es fácil, cómo veremos el próximo mes, pero nadie le puede decir que el desarrollarnos como cristiano no tendrá sus tribulaciones.
“33Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz, En el mundo tendréis a aflicciones; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33. Promesa de Jesús.
El libro de Jonás, febrero.
Así que…
"3Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse lejos con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová”, Joná1:3.
Esto suena como el plan de una persona que tiene deseo de vivir lejos de la responsabilidad que Dios le imponía al ser uno de sus profetas. Pero, al seguir leyendo aprendemos que cuando la nave se vio en serios problemas debido a la tormenta, y al descubrir que el mismo Jonás confesó que él era el problema, Jonás fue lanzado al mar según su propia recomendación. Jonás asumió su castigo para impedir que otros murieran al ser desobediente con Dios. Por esto muchos relacionan a Jonás con Jesús en que ambos se sacrificaron por los demás. Sin embargo, esto no es completamente cierto.
Jesús obedeció a su Padre hasta la muerte. Jonás murió en vez de obedecer a Dios. Obviamente no son similares. Jonás tenía el conocimiento del problema y de cómo solucionarlo también. Los marineros no tuvieron otra alternativa que cumplir con la solución que Jonás le había ofrecido de lanzarlo al mar. Jonás estuvo en lo correcto, “el mar se aquietó de su furor”, Jonás 1:15. Aquí tenemos que detenernos para algo cultural que al leerlo rápidamente se nos puede escapar. Se nos dice que los marineros:
“… dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal”, Jonás 1:7.
Echar suerte es algo que encontramos en la biblia con frecuencia: 1Cronicas, Hechos, Josué. Pero, la que más recordamos es en Mateo 27:35 con relación a nuestro señor Jesús:
“35Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa, echaron suertes”. Mateo 27:35.
Este acto, de lanzar a Jonás al mar les aseguró a los marineros de donde nacía su problema, pero noten que ellos no actuaron de una vez en contra de Jonás, al Jonás confesar que la tormenta se debía a su rebelión contra Dios. Obviamente, aunque estos hombres que no creían en Jehová tampoco eran hombres que deseaban la responsabilidad de eliminar a Jonás, respetaban la vida humana.
“13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; más no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos”. Jonás 1:13.
Aquí notamos la grandeza de nuestro Dios. En versículo 5 del mismo capítulo 1 leemos: “Y los marineros tuvieron miedo, cada uno clamaba a su dios …”. Pero, al llegar a la conclusión de arrojar a Jonás al mar, le rogaron a Dios, v.14, y se convirtieron porque no querían la responsabilidad de la muerte de Jonás. En el versículo 16 aprendimos:
“16Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová y ofrecieron votos”. Jonás 1:16.
Hacer votos significa varias cosas: hacer una promesa, hacer un acuerdo, honorar, servir, o prohibirse de disfrutar algo como un tipo de sacrificio por Dios, por ejemplo. No sabemos cuál fue el sacrificio, pero podemos concluir que su conducta fue digna en donde todos pagaron tributo y fe a Dios al mismo tiempo. Dios llegó al corazón de estos hombres para que obviamente su testimonio llegara a muchos más. Entendemos que después de vivir una experiencia como esta, estos hombres contarían lo sucedido una y otra vez.
Jonás nunca vio la obra de Dios de convertir y salvar a estos hombres.
Llegamos al capítulo 2 de nuestro libro donde encontramos el tesoro de la oración de Jonás, estando dentro del gran pez, y lo llamo un tesoro por el valor de sus palabras al arrepentirse. En esta oración desde el versículo 1hasta el 6 Jonás relata lo sucedido y sus consecuencias. Sin embargo, en el versículo 4 admite que es desechado delante de Dios; pero, al mismo tiempo reconoce a Dios como misericordioso porque alega “… más aún veré tu santo templo” lo cual implica que Jonás no pierde la esperanza ni su fe de que al final de su vida estará con Dios’ a pesar de desobedecerlo. Pidió la muerte al recomendar que lo lanzaran de la nave, pero clama su derecho de llegar al cielo. ¿contradicción?
Veamos la implicación de lo que Jonás nos dice pero que él no se aplica a sí mismo. Jonás reconoce que Dios es misericordioso y que quiere perdonar a los ninivitas de sus pecados; cosa que a Jonás no le agrada. Sin embargo, al Dios aplicarle la misma generosidad a Jonás al salvarlo del pez; Jonás aún no quiere reconocer que los ninivitas reciban el mismo bien de parte de Dios. Él si se lo merece, pero no los ninivitas.
Así somos nosotros cuando tenemos perjuicios o diferencias con los demás. A veces tenemos perjuicios contra los demás sin poder justificarlo, solo porque tenemos que vivir o tratar con personas de diferentes valores en nuestra sociedad. Jesús nos advierte a no juzgar por esta razón. Le corresponde solo a Dios juzgar. Al final del versículo 6 Jonás hace otra afirmación que nos deja sorprendido:
“… más tú sacaste mi vida de la sepultura, oh, Jehová Dios mío”. Jonás 2:6.
Aquí encontramos a Jonás contradiciéndose otra vez: a pesar de que es desobediente realiza que Dios lo perdona y que lo saca de la muerte. Esto es, razona Jonás, porque Jehová es su Dios. Jonás está limitando la populación de personas a las cuales Dios puede bendecir. O sea, sí tu eres mi Dios, no puedes ser Dios de ellos al mismo tiempo porque a mí no me agradan esas personas y no debes de bendecirlas también.
Este beneficio se le puede aplicar a Jonás, pero no a lo ninivitas. Jonás sabe que Dios tiene el poder de hacer lo que quiera, pero no para los ninivitas. Reconoce más aún, que se puede perder la misericordia de Dios al dejarse llevar por “vanidades ilusorias”, pero no la salvación de Dios. Jonás está completamente ciego al resultado de su perjuicio aún dentro de este pez. Sí reconoce que, al dar alabanzas, ofrecer sacrificios y pagar lo prometido, será salvado porque “la salvación es de Dios”, Jonás 2:9. Jonás sabe que la salvación es exclusivamente de Dios.
Queridos lectores, así también podemos proceder nosotros cuando le llevamos la contraria a Dios al perdernos en nuestra propia forma de vivir. Al dejar que nuestra fe flaquee cuando dudamos de nuestras oraciones antes de oír la respuesta de Dios. Cuando actuamos solos, o peor, cuando nos sentimos tan seguros de sí mismo que tomamos decisiones importantes sin consultar a Dios orándole por respuestas a nuestros problemas. Cuando esto sucede, Dios nos quita su misericordia, pero no nuestra salvación y por eso no nos abandona, nos corrige. Jonás sabía esto muy bien por eso el impacto de su oración con Dios estando dentro del pez. Lo corrigió al ser tragado por el pez, pero no le quita su salvación.
Llegamos al capítulo 3 de este libro y como es de esperarse, Dios le vuelve asignar la misma orden a Jonás. Esta vez Jonás hace lo debido y predica en Nínive. Jonás se ve rendido a obedecer a Dios. El resultado es que el pueblo hace ayuno, se viste de cilicio y se arrepiente. Al enterarse el rey de lo sucedido además ordenó:
“8… y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. 9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no perecemos?” Jonás 2:8-9.
Dios los perdonó. Las lecciones para aprender de este libro son obedecer a Dios, arrepentirse de pecar, tener fe. Esto se muestra al orarle a Dios desde el centro de nuestras almas. Entender que al final, Dios siempre impone lo que Él quiere desde el inicio es la roca donde nos plantamos inmóvil. Dios no cambia sus buenas obras en nuestro camino, nosotros somos los que nos desviamos hacia el mal.
El libro de Jonás. Enero, 2025.
Cerramos el año pasado con el tema principal de nuestra existencia: el amor. Dios es amor y su trato con nosotros siempre es amoroso. Fuimos creados por amor y para amar a nuestro Dios. En nuestro resumen del tema encontramos que nacimos fortalecidos y preparados para amar y no temerle al amor. Aun cuando Dios nos corrige, lo hace con amor. Podemos amar y ser amados por los demás. Tenemos toda la seguridad de que ese es el deseo de nuestro Dios, porque así nos lo comunica a través de su Hijo, Jesús. Más allá, nuestra existencia fue creada por el amor que Dios nos tiene a nosotros y Dios espera sentir ese amor de parte nuestra.
Tanto es el amor de Dios que nos entregó a su Hijo para pagar el costo de nuestros pecados sufriendo en la cruz. Las enseñanzas de Jesús nos traen las condiciones de nosotros poder volver a acercarnos a la presencia de Dios para adorarlo infinitamente en el cielo, por esa bendita sangre derramada en la cruz para limpiarnos.
La presencia de Dios fue lo que Adán y Eva disfrutaron antes de la llegada del pecado. Es y sigue siendo el deseo de Dios, regresarnos a esa vida infinita a su lado para nosotros. Como pecadores la solución no descansa en nuestro poder. Dios entregó a su único Hijo para darnos salvación y para que volviéramos a disfrutar de dicho privilegio, sí creemos en Jesús.
¿Por qué el amor de Dios no fue suficiente de detener a Adán y a Eva a desobedecerlo? Veamos algunos obstáculos humanos que más nos desvían de poder compartir nuestro amor con Dios y con los demás. Para este propósito, es necesario leer el corto libro de Jonás en la biblia. Estudiaremos la experiencia de la vida del profeta Jonás y su trato con Dios.
Resumiendo el libro, aprendemos que Jonás tenía la bendición de poderse comunicar directamente con Dios. Al Dios pedirle a Jonás que fuera a predicar contra el pecado tan grande que se cometía en Nínive, Jonás mostró resistencia y pecó al negarse hacer lo que Dios le ordenó. Este libro es más que un hombre que fue tragado por un “gran pez” por desobedecer. Cambió de opinión y obedeció, predicó y salvó el pueblo de Nínive y se enojó con Dios después de hacerlo.
Un argumento a favor de Adán y Eva es que ellos fueron engañados por Satanás y él es más poderoso que el hombre. Por lo tanto, no pudieron resistir sus engaños. Jonás no puede decir lo mismo. Jonás conocía a Dios personalmente como profeta y sabía que había condiciones no favorables al desobedecer a Dios. Jonás desobedeció por su propia voluntad, nadie lo engañó. Adán y Eva descubrieron el pecado por primera vez. Jonás vivía en mundo lleno de pecado y sabía cómo profeta que Dios rechazaba esa conducta. Sabía qué, si amamos a Dios, entonces tenemos que pelear contra el pecado para honorar a Dios.
El pecado era tan enorme en Nínive que llegaba hasta el conocimiento de Dios por las suplicas de los inocentes. “…Porque ha subido su maldad delante de mí”, (1:1) le dijo Dios a Jonás. El primer acto que le desagradó a Dios fue que Jonás pensó que podía huir de su presencia y así no tener que cumplir con la orden de Dios. Un gran aprendizaje para nosotros, Dios es omnipresente y no lo podemos evitar mientras estemos en su universo: “Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis…” (1:3).
El segundo desagrado fue negarse a cumplir con la orden que Dios le había comunicado a Jonás. Nunca es buena idea desobedecer a Dios, cuando un sentimiento nos toca el corazón con una fuerte tentación y decidimos no obedecer a Dios, porque nuestro deseo o egoísmo es más importante. Cuando esto nos suceda, es hora de consultar con Dios antes de negarse a obedecer. Cuando no estamos de acuerdo con Dios en sus deseos, nuestra necesidad de comunicarle a Dios este problema es primordial porque la tentación se convierte en pecado y nos alejamos de Dios. Este tipo de pecado es muy serio porque nace de nuestro libre albedrío y eso nos hacer completamente responsable de nuestros pecados.
Finalmente, Jonás le dio más importancia en su juicio personal contra los Ninivitas que la justicia y el perdón que Dios tenía para ellos. Jonás no quería que ellos fueran perdonados y salvados. Como cristianos, siempre tenemos que comunicarnos con Dios y pedirle que nos enfoque en nuestro camino adecuado y aceptar porque no siempre vemos su propósito con claridad. Como cristianos esto no nos puede pasar pensando que podemos pecar y luego solo arrepentirnos y todo estará bien. En nuestra vida como cristianos nuestras justificaciones personales tienen que ser controladas o reveladas a Dios antes de actuar en su contra o al pedir consejo.
Veamos factores importantes sobre la actitud de Jonás. Jonás era un profeta judío. El pueblo de Nínive era gentil. Esta diferencia cultural era muy fuerte por esos años por los diferentes valores culturales y desacuerdo de tratos sociales entre los dos grupos. Jonás no se negaba al tener que predicarle a su pueblo; pero, era celoso de que la salvación de Dios llegara también a los gentiles. Estaba en desacuerdo con Dios de esta generosidad de salvación cómo si Jonás tuviese la autoridad sobre Dios de así pensar y actuar.
Asegúrense de nunca pensar así. Continuaremos el siguiente mes. Queden con Dios.
Diciembre, 2024.
Seguimos con el tema del amor en el mes más indicado, el mes en el cual festejamos el nacimiento de Jesús. El nacimiento de Jesús nos manifiesta la demostración más grande del amor de nuestro Dios, el nacimiento de nuestro Salvador, Jesús.
“8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9Y he aquí, se les presentó un ángel del señor, y la gloria del señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el señor”. Lucas 2:8-14
Un rápido resumen de cosas que ya hemos estudiado anteriormente: noten que el ángel hace referencia hacia la salvación del pueblo en la ciudad de David. La implicación es que esta salvación no es para todo el mundo. Se refiere al pueblo escogido por Dios, los judíos. Pero, sabemos que esto cambiará más tarde al Jesús ofrecernos esta salvación para toda la humanidad que crean en Él y su Padre.
“12Otra vez Jesús les habló diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12.
Esto es voluntario. ‘El que me sigue’ queda a opción de la persona. Jesús se relaciona con la luz, noten que cuando el ángel dio voz a los pastores, ellos fueron rodeados por un gran ‘resplandor’ en la noche. La luz da claridad, de visión, pero el resplandor da luz más una claridad brillosa más allá de visualización, es misteriosa porque no ocurre con frecuencia, y fue este brillo en medio de la oscuridad de la noche la que asustó a los pastores.
Luna llena da claridad, pero el momento en que nace Jesús es un brillo de resplandor inusual lo que lo distingue y capta la atención de todos los presentes. Desde el inicio de su vida terrenal, Jesús es identificado como el Salvador. Cuando los pastores verificaron dónde estaba el niño, volvió a aparecer el ángel en ese nuevo lugar con “una multitud de las huestes celestiales”. Ahora no había razón de dudar de su Santidad.
“14 ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Lucas 2:14.
La Gloria de Dios y la separación fue establecida desde el inicio: Dios está en las alturas y nosotros en la tierra. Su regalo, desde el cielo, a través del nacimiento de su Hijo, fue brindarnos paz y buena voluntad en nuestro diario vivir. De seguir a Jesús, aquí en la tierra, tendríamos paz al vivir con la buena voluntad que Dios nos ofrece y de practicarla los unos con los otros. Pero, está claramente establecido en nuestra historia humana que el hombre no siempre ha actuado con buena voluntad. ¿Cómo entonces introducir a Jesús en nuestra naturaleza para hacer la buena voluntad que nos otorga nuestro Dios todos los días? Leer sobre Jesús no como una persona histórica sino más bien como un ser viviente que existe y crece en nuestro corazón y eventualmente gobernará en nuestra conducta a través de nuestras almas. Esa es la respuesta para los cristianos.
La otra pregunta de importancia es para los que están iniciando su camino cristiano, ¿qué tan buena voluntad manifestamos en nuestra intención al vivir con los demás? ¿Ignoramos las malas experiencias y los atropellos que algunos nos cometen reemplazándolos con buena voluntad y buenos deseos para lograr paz interna? La buena voluntad no se puede racionalizar como una conducta a ser aplicada. Nace de querer vivir en paz consigo mismo. No la podemos copiar de otra persona y sabemos que solos tampoco lograremos paz interna.
Tenemos que sentirla y manifestarla con una felicidad propia porque vivimos su beneficio en nuestras vidas: paz. Aquí entra Jesús en nuestras vidas. Tenemos que sentir a Jesús, tenemos que apoderarnos de su existencia espiritual en nosotros; no como un personaje histórico; sino que su forma de vivir sea un privilegio de nosotros poder copiar su conducta al sentir el resplandor de su presencia en nosotros. Entonces, tendremos un propósito de salvación del cual es muy difícil o imposible de abandonar.
Esto es posible porque independientemente de nuestras intenciones, Dios nos premia con la habilidad de manifestar buena voluntad y paz. No la generamos de nuestro propio poder. Dios nos las regaló al enviarnos a su Hijo. El precio de este regalo es muy valioso. Es aquí la otra columna de nuestra edificación. Dios, sacrificó a su único Hijo al Jesús pagar con su propia vida nuestra salvación, separándose de su Padre por primera vez y entregando todo su reino al ser humillado, castigado y ser rechazado por la humanidad, porque Dios no podía ser juzgado por el hombre. De usted no sentir agradecimiento y gratitud hacia Dios y Jesús por estos actos, entonces usted está muy lejos de compartir buena voluntad.
Estos sacrificios se deben de agradecer alabando y amando a nuestro Dios ya que Dios nos amó a nosotros primero. Repito, buena voluntad no se puede fingir, se tiene que sentir. Se evalúa como una mejor conducta humana de actuar sin engaño, sin malicia y sin odio hacia otras personas. Al deshacernos de malos sentimientos nos liberamos. Al ser libres, disfrutamos de paz interna. El bien engendra lo bueno; lo malo destruye lo positivo. Dios no puede bendecir nada malo. Lo malo para Dios es pecado. Juan nos enseña que Dios está dispuesto de llegar más lejos con todos los que buscan el bien comportándose con buena voluntad porque esa conducta se identifica con el Amor de Dios.
“7Amados amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. 1 Juan 4:8-10.
De aceptar a Jesús en nuestro corazón se inicia la capacidad de amar naturalmente en nosotros. Pero, una cosa es amar y la otra es saber cómo hacerlo. Si no sabemos lo que es amar, entonces estamos perdidos en nuestros sentimientos. Para Pablo el amor está bien definido al Pablo conocer a Jesús:
“4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. 1Corintios 13:4-7.
En otras palabras, el amor es entregarse. De no saber la manera de entregarse a Jesús veamos cómo hacerlo. Estudiamos a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo para poder entenderlo y estudiamos que nosotros somos corazón, alma y mente. Una entidad compuesta de tres partes, en eso somos similares en imagen a Dios. Génesis 1:26-27. El amor de Dios para nosotros es un amor divino y sagrado. Es uno de los cuatros amores que nos enseña la biblia, amor Ágape. Los cuatros amores ya lo vimos detalladamente en ‘estudios bíblicos’ en esta nuestra página web. Tenemos la capacidad de recibir el calor del amor de Dios en nuestras almas. Hasta el punto de que cuando reaccionamos en nuestra vida sin el amor de Dios, nos molestamos. Rápidamente realizamos que nuestra conducta no es la correcta.
“7Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera 8respeto a lo cual tres veces he rogado al Señor que me lo quite de mí. 9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriare más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. 2 corintios 12:7-9.
Pablo entendió en ese momento que, al sentirnos y por lo tanto mostrarnos débiles, Dios nos fortalece para su propósito en nuestra vida, y ese propósito es siempre para nuestro bien. Dios es amor y nunca nos abandona. Dios nunca nos usa para crear un mal. Vivimos en un mundo pecador por nuestros pecados, pero no porque Dios deja de ser Sagrado con nosotros. Sin embargo, es a través de su amor y la capacidad de nosotros mostrarnos amoroso con nuestro creador que podemos vencer el pecado. Aun cuando las cosas van mal, Dios nos ama y debemos amarlo a Él.
“8Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. 9Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”. 1 Pedro 4:8-9.
Aunque pienses no ser un pecador, necesitas amar a Jesús y sus seguidores por dos razones: No nacimos para vivir solos, nacimos para amar, para esto nos creó Dios y esa capacidad de amar Dios quiere que la manifestemos con los demás. Segundo, es a través del amor que borramos al pecado de nuestras vidas.
Resumemos:
Capacidad: fuimos creados por amor y para amar.
Entregarse: al entregarnos al amor ejercitamos nuestra capacidad de vivir en el bien.
Recibir: al amar nos libramos de emociones negativas y nos acerca más a Dios.
Fortalecemos: nuestra fe de vivir sin miedo y seguros al rechazar lo malo.
Libertad: voluntad propia de buscar la Salvación de Jesús, vida eterna a su lado.
“34Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34-35.
Más claro no lo pudo haber dicho nuestro Salvador, Jesús. Espero que su fe este centrada en vivir un próspero año nuevo.
Noviembre, 2024.
Vuelvo a repetirle, el cristianismo no es una religión basada en creencias humanas, es un cambio de vida al modelo que Jesús nos enseña de cómo debemos vivir porque así le agrada a nuestro creador, Dios. Lo que estudiamos en esta web no es convencerlo de que Dios existe, es ayudarlo a encontrar el camino para poder crecer en su fe y acompañarlo en este bendito camino que se basa en las enseñanzas de Jesús con evidencia de la Santa Biblia. De seguirnos, usted estará más cerca de encontrar positivismo interno de desarrollar su propio camino con Jesús.
Al estudiar los “Yo Soy” de Jesús vimos la entrega total de nuestro salvador en todas sus promesas hasta el final de su muerte y su resurrección. Cada una de estas promesas están unidas y basadas en el amor que Jesús nos manifestó. Jesús entregó su vida por nosotros pagando con sufrimiento y el gran dolor de separase de su Padre. Les he dicho varias veces que el desarrollo del cristianismo es personal porque crece en usted según su entrega y fe en seguir a Jesús. Pero ¿Cómo iniciamos el camino personal hacia desarrollar fe en las palabras de Jesús?
Un importante mandamiento que nos enseñó Jesús fue el no juzgar a los demás. Al ejecutar este mandamiento usted inicia su amor incondicional. Sin embargo, usted tiene que evaluarse a sí mismo antes de iniciar su desarrollo. Como ya hemos estudiado algo se tiene que sentir antes de involucrarse en este desarrollo. Acordamos que usted no encuentra a Jesús, Él siempre ha estado allí con las mismas promesas. Desde antes de nacer ya había un propósito para su vida. La circunstancia o el motivo que lo atrajo hacia Él fue la falta de paz con la que vive porque hay algo ausente en su vida. ¿Incertidumbre hacia el futuro, falta de amor propio, culpabilidad de conductas pasadas?
Sí usted no encontró el motivo de seguir a Jesús en el “Sermón del Monte” o en los “Yo Soy”, al buscar repuesta a su inquietud, entonces usted llegó a un punto de desesperación dónde usted realizó que no tenía control de algo en su vida que lo inquietaba. Esto es un gran despertar y solo se resuelve al leer las palabras de Jesús. De usted haber encontrado esa respuesta en Jesús lo felicito porque ya está desarrollando su camino aún más.
Los dos pasos iniciales e inseparables para este camino son amor y fe. Pero, estos pasos son enormes y por lo tanto tenemos que entender que el camino requiere paciencia. Según caminamos tenemos paciencia al leer y tenemos paciencia al resultado de la lectura en nuestras vidas. Nuestra curiosidad está atada a su inquietud o su llamado interno de querer estudiar la palabra de Jesús en busca de posible respuestas. Eventualmente esta curiosidad le llevará a desarrollar fe. Pero su primer paso es el amor. Al iniciar su amor por la palabra de Dios tendrá el deseo de encontrar confianza en las promesas ya sea porque es lo que le falta o lo que le pide su corazón.
Sí, la palabra de Dios logra este misterio en nosotros. La otra razón es porque la palabra de Jesús es buena. Al ser buena nos hace vivir una vida con mejor calidad e intención. Ese positivismo es contagioso e iniciamos un cambio que nos comienza a liberar de emociones negativas en nuestras vidas. Por aquí se enriquece el amor hacia los demás. Al usted hacer el cambio de lo negativo a lo positivo, nunca más regresará al pasado.
Jesús nos enseñó el “Padre Nuestro” como una oración modelo temprano en su ministerio. Los apóstoles le pidieron que les enseñase como orar. Noten que es una comunicación hablada sin repeticiones. En el Padre Nuestro encontramos:
“9Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12Y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” … Mateo 6:9-12.
Esto Jesús lo introdujo como un modelo que debe de incluir las cosas por las que debemos orar, no es la única manera de hacerlo. Al orarlo usted debe de incluir sus inquietudes agregándolas a los versos. Así, hablamos con Dios las cosas que nos inquietan.
Importante que aquí afirmamos que Dios ya existe y que lo santificamos sobre todo lo importante de nuestras vidas. La segunda es que Dios está en control. Sí nuestro pensamiento no está de acuerdo con esto, ¿qué poderes tenemos nosotros de cambiar lo que nos inquieta? De realizar que no podemos desaparecer nuestras inquietudes y necesidades solos, no tenemos otra alternativa que tener confianza en que la búsqueda con Jesús nos dará respuestas y descanso. Esto es el inicio a la fe cristiana.
Nuestro alimento se debe de pedir todos los días lo que implica que debemos orar a diario. Oramos a diario y dependemos a diario. No solo por alimento físico, también por alimento espiritual: Que Dios esté con nosotros. Que sintamos a Dios en nuestro interior. No nos sentimos solos y por lo tanto confiados de que Dios nos resolverá eventualmente. No olviden que solo a través de Jesús se llega a Dios, Juan 15:5. No solo pedimos para nosotros, también involucramos a otros que nos adeudan así también como nosotros a ellos. Los perdonamos. Esto es amor. No debemos tener nada pendiente con nadie al terminar de hablar nuestra oración. Nuestras vidas deben de ser clara como la luz que Jesús nos enseña debemos de representar en este mundo: Mateo 5:14-16.
Este es el inicio del amor. Queremos incluir en nuestras vidas el perdonar y esperar recibir el perdón de aquellos que hemos ofendidos según el Padre Nuestro. Esto implica que los que ya queremos, los queremos más. Aquí lo volvemos a ver: amor y fe juntos. Amor al perdonar y fe al esperar ser perdonado. Cuidado con pensar que a todos los que usted perdone lo van a perdonar a usted también. O, que usted tiene que querer a los que los rechazan. Mateo 10:14. Vuelvo a repetirle que el desarrollo cristiano varía con cada persona en desarrollo, integridad y tiempo. Que usted esté listo para perdonar no implica que el otro también lo esté, que, si usted quiere aceptar, el otro también lo quiera aceptar a usted. Esto queda en manos de Dios.
De iniciar la enseñanza del Padre Nuestro usted ya tiene cierta cantidad de fe al orarla. Oyó una voz interna en sus pensamientos cotidiano, ha realizado que Dios lo sacó de una manera indeseada de vivir, o ha sentido un cambio en su corazón. Si ningunas de las anteriores es su caso, no pierda interés de seguir orando porque algo se está desarrollando y usted lo sentirá eventualmente en su interior. Algo lo atrajo hacia Jesús. Pero, esto no tiene que estar sucediendo con los demás. Por eso, vamos a concentrarnos en cómo entregarnos a amar cristianamente según las escrituras de la biblia independientemente.
Amor porque en esto se basó toda la enseñanza que Jesús nos manifestó en nuestros corazones. Sí usted no se ama, no puede amar. Sí Dios lo ama hasta entregar su Hijo como sacrificio para su salvación, entonces usted tiene razón para amarse. Dios lo dio todo por usted y al mismo tiempo le ofrece todo para su futuro eterno. Igualmente lo hizo Jesús. Esto es suficiente para usted reconocer cuanto lo quiere Dios y cómo debería usted amar.
Eso es bastante para desarrollar amor propio. Sí se siente que los otros no lo aman pregúntese: ¿qué vale más, el amor de Dios o el amor de una persona? Pero, sí usted le muestra amor a una persona, vera que las cosas comienzan a cambiar para usted, aunque la persona no le ame, no le perdone o no le acepte. ¿Por qué? Porque usted ausenta el odio, los malos deseos y el rencor de su corazón y esto no lo desvía para poder seguir amando a otros que sí necesitan de usted para compartir el amor de Dios.
Las definiciones del amor varían según la interpretación de los apóstoles, pero todos le dieron al amor una enorme importancia para el cristianismo. Estudiaremos que tienen en común sus interpretaciones primero. El amor no puede incluir nada negativo porque nada hay negativo en Jesús y todo lo que Jesús hizo lo hizo por amor porque Él es amor.
“37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38Este es el primero y grande mandamiento. 39Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Mateo 22:37-40; Marcos 12:29-31; Lucas 10:25-28.
“34Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34-35.
Es obvio que para desarrollar este tipo de amor no puede haber negativismo involucrado. La implicación es que es más fácil lograrlo, sí estamos acompañados de personas que también estén buscando la misma fe en amar. Esta es la iglesia de Jesús: personas que quieran asimilar el mismo sentimiento de seguir a Jesús en amor. Esta iglesia se debe de iniciar en cada hogar cristiano antes de incorporarla a otras familias en la iglesia del barrio. Esta iglesia de Jesús será su novia en el cielo: Efesio 5:25-27.
El tema del amor sigue el mes que viene y espero dejarlo con nuevos pensamientos y meditaciones al usted interrogarse: ¿cómo amo yo a las diferentes personas en mi vida?
Octubre, 2024.
Vimos, el mes pasado cómo las enseñanzas de Jesús nos dicen que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo: La Santa Trinidad. Aprendimos que las tres personas de la santa trinidad unidas en una sola entidad es Dios. Jesús vino para traernos y enseñarnos la palabra de Dios y de aceptar la palabra con fe, lograr vida eterna a su lado.
“1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan1:1.
Así que Jesús nos trae la palabra de acción: el verbo. Nos dice con la palabra qué espera Dios de nosotros, pero más importante nos dice:
“10En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho, pero el mundo no lo conoció. 11A lo suyo vino, y los suyo no le recibieron.
12Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de su gracia y de verdad”. Juan 1:10-14.
Tenemos salvación al creer en Jesús. Encontramos la salvación a la nueva vida porque Jesús murió por nosotros y su sangre nos limpiará delante de su Padre, el Dios todo poderoso, el día del juicio de todos los seres humanos. Al estar limpios, entraremos al cielo a una vida infinita. Noten que Dios juzgará y Jesucristo nos representará, como defensor, para no tener que pagar por nuestros pecados. Esto implica que Dios pasa la misma condena para todos: ‘si no vienes limpio con la sangre de mi Hijo, no participarás en mi reino’.
¿Pero, como se logra dicho perdón?
La persona del Espíritu Santo trabaja en nuestros corazones para cambiarnos, a través de nuestro
arrepentimiento y entregarnos a Jesús. Al crecer según los mandamientos y creer las promesas de Dios, que nos enseñó Jesús y llevarlas en nuestro corazón, podemos lograrlo. Al aceptar esta verdad, Jesús nos defenderá en ese día de juicio. Es con esta verdad que trabajamos con el Espíritu Santo:
“16Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará con vosotros. 18No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. Juan 14:16-18.
¿Cómo está con los cristianos el Espíritu Santo y no con los demás?
Al aceptar y creer en Jesús como el Hijo de Dios y nuestro salvador tenemos derecho al el Espíritu Santo. Toda nuestra vida en la tierra será guiada por el Espíritu Santo para nuestra salvación final. Por eso el cristianismo incluye a todos los que creen. El cristianismo no le niega salvación a nadie.
¿A dónde se va Jesús?
“20En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. Juan 14:20.
Este fue el estudio del mes pasado al estudiar los “Yo Soy” de Jesús. Jesús está con su Padre trabajando para nuestra llegada al cielo. Su labor aquí terminó, pero sigue su labor de escuchar nuestras oraciones, de preparar todo lo necesario para nuestra llegada e iniciar la preparación de nuestra vida eterna junto a Él y nuestro Dios.
¿Qué hacemos nosotros mientras tanto?
Nos entregamos y trabajamos con la persona del Espíritu Santo para crecer en nuestro desarrollo cristiano y compartir la palabra de Dios. En este proceso el Espíritu Santo le indicará cuándo y cómo orar. Lo necesitaremos fuertemente porque como nos dijo Jesús:
“30No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Juan 14: 30.
Satanás tampoco tiene nada con nosotros, pero deshacernos de su influencia en este mundo no es fácil. Para lograrlo, tendremos que luchar muy fuerte para no perdernos. La influencia del príncipe de este mundo nos afecta con nuestros familiares más queridos, nuestros mejores amigos y con todas las oportunidades negativas de este mundo con que nos pueda influenciar. Aquí llegamos al resumen de lo estudiado en los últimos tres meses. Nuestra fe no puede debilitarse ni desviarse con mentiras que nos ofrece el mundo. La respuesta a esta realidad nos la da Pedro:
“37…Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre del Espíritu Santo”. Hechos 2:37-38.
Les recuerdo, porque es importante, que el bautismo de su salvación se logra al aceptar la conducta de Jesús como un cambio a vivir una nueva vida, ese es su bautismo. Bautizarse en una iglesia lo hace miembro de esa iglesia y a obedecer las creencias de esa iglesia, eso necesariamente no le asegura una salvación al menos que se entregue a Jesús. Además, les recuerdo que el arrepentimiento se basa en dejar atrás la conducta que va en contra de los mandamientos de Dios, dicha conducta hiere y molesta al Espíritu Santo y por lo tanto se tiene que abandonar antes de bautizarnos. Nos bautizamos para entregarnos a Jesús.
“1Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. 2Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán paz”. Proverbios 3:1-2.
“Guardar en tu corazón” no implica que cumplirás con todos los mandamientos sin quebrantarlos. Quiere decir que tienen un lugar de importancia, en este caso, respeto y cumplimiento; y que, al desobedecerlos, traen una inquietud que nos lleva hacia el arrepentimiento. Lo importante es caminar con seriedad en las palabras de Jesús desde el momento en que decidimos cambiar con fe. Ese es su verdadero bautismo.
“14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” Palabras de Jesús. Juan 14:14.
Jesús sí toma nuestra palabra en serio. Es por eso tan importante que cada oración que hagamos sea terminada con la dedicación “en el nombre de Jesús, amén”. Ahora, “en mi nombre” implica que el deseo de asimilar la conducta de Jesús, en su totalidad, esté viva en nosotros. Si usted pide, pero su deseo no va en armonía con los de Jesús, su petición no se dará. Esto también es cierto al usted pedir por las necesidades de los demás. En todas nuestras oraciones tenemos que reflejar por el afán de los demás que verdaderamente no tienen las cosas básicas necesarias para vivir dignamente.
“23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Marcos 9:23.
Así de simple es la enseñanza de Jesús. Pero, esta firmeza de fe por parte del que pide no es fácil de lograr y requiere de mucha disciplina y entrega. No es igual para todos ni requiere del mismo tiempo para desarrollar fe para conseguir resultados positivos. Recuerden el proceso, estamos atados a Jesús y Jesús a su Padre por la fe que desarrollemos en este mundo.
“25Pero, si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardaremos. 26Y de igual manera el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8:25-26.
¿Por qué pedimos? ¿Qué nos hace sentir humillados lo suficiente para acudir a una oración de petición?
Pedimos porque lo que deseamos no está a nuestro alcance. Hemos tratado y no tenemos los medios de conseguir lo deseado. Esto nos hace lo suficientemente consciente de que otros tampoco lo lograran por nosotros. Por lo tanto, nos damos cuenta de que solo Dios nos puede ayudar y oramos. En parte, lo realice o no, al llegar a este punto, usted se está humillando delante de Dios. Pedirle a Dios demandando, no funciona. Mientras mayor sea su humillación, porque usted solo no puede solucionar su inquietud o necesidad, mejor será la respuesta porque al humillarse, en parte, implica respeto y admiración.
Respeto, porque usted reconoce a Dios como omnipotente y admiración porque reconoces a Dios como omnisciente, Dios todo lo puede y todo lo sabe. En Génesis, la ofrenda de Caín no mostró ni el respeto ni la admiración que se merecía Dios. Dios rechazó a Caín. Asegúrese de que antes de acudir a Dios en oración, su corazón este completamente entregado a su petición la cual está apoyada por las buenas obras de Dios. Siempre ponga los deseos de Dios primero para hacer una petición o hacerle el bien a otra persona.
De no entender nuestra unión con Jesús al Padre, de Jesús ser nuestro defensor ante Dios, del Espíritu Santo ser nuestro acompañante, protector y orientador en este mundo, pregúnteme. La función de la Santa Trinidad tiene que estar clara para poder continuar nuestro estudio. Vimos cómo la oración es imprescindible en nuestro desarrollo cristiano y estudiaremos en noviembre cómo el Amor es otra característica que fluye de una etapa a otra, sin fronteras, en nuestro desarrollo. Hasta entonces, queden con Dios.